«Aprender se trata de valentía»

Casi finales del 2019, ya con el cansancio del año pero con un clima primaveral que me invitaba a seguir; con esas brisas que te acarician la cara y te hacen esbozar una sonrisa, comenzaba un nuevo camino, en un nuevo lugar, con nuevas personas y con tantas historias.

Así como yo era nueva, también lo eran tres hermanos que llamaré: Ailin, Diana y Teo. Ahí estaban ellos con curiosidad, ansiedad y miedos. Y ahí estaba yo, casi con los mismos sentimientos que ellos pero convencida de que tenía que estar en ese “nuevo lugar”.

Mi rol (como el de muchos) es el de acompañar, apoyar y sostener su camino en el aprendizaje. Algunas tardes nos juntábamos en el enorme patio para conocernos mediante juegos, preguntas, charlas y dibujos.

Con el pasar de las semanas, (cada vez más cerca de fin de año y como ustedes sabrán, etapa de tomar decisiones) estos tres hermanos se iban adaptando a su nueva rutina, a su nueva escuela, jardín, docentes pero… también nos encontrábamos ante el desafío de que ninguno de ellos estaba preparado para afrontar lo que se les pedía en cada tarea o actividad.
Diana y Teo, aún no habían adquirido la lectoescritura. Tenían dificultades en las sumas, restas y mucho más en la división o la multiplicación. Cada uno estaba, por su edad, cumpliendo el tercer y cuarto grado de la educación primaria.

Para Ailin, con ya 4 años de edad, los nombres de los colores era un mundo que aún desconocía, así como las figuras y esos juegos de jardín de infantes. Hasta ese momento todavía no había concurrido a ninguno; aún cuando sabemos que en Argentina existe una ley que establece la obligatoriedad.

Reflexiono y pienso en los enojos que aparecían al inicio, negándose a realizar cualquier actividad. Ellos sabían que había algo que no podían hacer. Aprender se trata de valentía, de poder enfrentarse al espejo del “no saber”, poder mirarse y tomar la decisión de avanzar. Fuimos de a poco, con paciencia, y mucha escucha, sopesando el desafío al cual nos enfrentábamos, poniendo ellos el mayor compromiso.

Mostrar que no se sabe puede dar vergüenza, tristeza, inseguridad, construir una imagen sobre sí mismo, una identidad que se reproducirá luego en otros aspectos de su subjetividad. Es un modo de relacionarse con el mundo, con los otros y con ellos mismos.

Frente a estas situaciones queda explícito que el estar inscripto en una escuela no es sinónimo de aprendizaje. Es necesario pensar el “aprehender” como derecho a conocer el mundo para transformar y transformarse….

Pasó el tiempo, no tanto, hoy nos encontramos atravesando el 2020 con una pandemia de por medio. Escenario complicado, pero en este equipo con el compromiso más firme que nunca.
Despacio y con paciencia, habilitando el espacio donde el “no saber “es un punto de partida para ir apropiándose de un mundo que les pertenece, en donde los juegos con letras y números son una puerta para un montón de aprendizajes y caminos. Jugamos con los errores, jugamos juntos, con otros; hoy jugamos a aprender. Y con orgullo puedo decir…se la jugaron, se empoderaron y hoy se saben capaces.

Con firmeza se lo escucha decir a Teo que estuvo leyendo un montón, o se la escucha a Diana pronunciar los sonidos de las letras para escribir alguna palabra nueva. En la última clase por Zoom la maestra de jardín nos dijo “hoy Ailin se encuentra en buenas condiciones para ingresar a primer grado”. Y a nosotros se nos infla el pecho de orgullo por ellos, que de a poco van dejando los miedos.

Y yo, qué más puedo decir … me encanta ser parte de esto.

Elena,  Psicopedagoga del Hogar